BIOLOGÍA DETRÁS DE STAR WARS






Hoy se celebra el día de Star Wars. Y diréis, ¿por qué el 4 de mayo? Pues se debe a una de las frases más icónicas de la saga: “Que la fuerza te acompañe”, lo que en inglés sería “May the force be with you”. “May the force”, o “May the forth”… 
Y estaréis pensando, ¿qué tiene que ver eso con la biología? 
Todos nos hemos imaginado a lo largo de nuestra vida cómo sería si criaturas fantásticas existieran en la vida real. Así que, de lo que vamos a hablar aquí es de algunas criaturas que podrían existir en la vida real. 


Porg

Los porgs aparecieron en Star Wars Episodio VIII: Los Últimos Jedi. Que estas criaturas sean tan plausibles no es casualidad, ya que su creación fue un recurso. Durante el rodaje en la isla irlandesa de Skelling Michael, no paraban de entrar en escena los frailecillos atlánticos, y ante la dificultad de eliminarlos digitalmente, el equipo decidió darles protagonismo incluyéndolos en la historia. Así mezclando características de animales diversos como pingüinos, castores o nutrias entre otros, nacieron los porgs, una especie de ave sin pico, con alas cortas, patas palmeadas, y cubiertos con plumas densas. 
Sabiendo la gran variabilidad morfológica del pico de las aves, en términos evolutivos no resultaría tan descabellado pensar que esta estructura pudiera llegar a desaparecer en algunas especies, tal y como pasó con los dientes. Sin ir más lejos, encontramos en los vencejos un pico diminuto para una gran boca, lo que nos hace pensar que la evolución podría ir un paso más allá con las mutaciones adecuadas. 
 


Tauntaun

Los tauntauns eran una especie de lagartos no inteligentes nativos de las llanuras nevadas de Hoth. Fueron domesticados en el Episodio V: El Imperio Contraataca por miembros de la Alianza Rebelde.  
Si lo analizamos anatómicamente, su apariencia de reptil nos recuerda a alguna especie de dinosaurio, con unas grandes y fuertes patas traseras terminadas en grandes garras y una imponente cola. La confusión viene cuando observamos que está completamente cubierto de pelo y una cabeza que se aproxima más a la de un mamífero de la subfamilia Caprinae, con prominentes cuernos. 
Y ya si rizamos el rizo, el comportamiento tan activo de este “dino-mamífero” nos dice que es una especie con metabolismo homeotérmico, es decir, un animal de sangre caliente, como los mamíferos, pero también como los dinosaurios del género Yutyrannus. Además, estos terápodos del Cretácico tenían plumas, por lo que nuestra criatura aparentemente peluda en realidad podría estar cubierta de protoplumas. 
Así que, si hilamos todo lo anterior, tenemos un dinosaurio del género Yutyrannus que ha desarrollado una cabeza aparentemente caprina, tratándose seguramente de una convergencia evolutiva. 
¿Lo veis factible?

 


Varáctilo

Los varáctilos hicieron su debut en el Episodio III: La Venganza de los Sith. Se trata de unos imponentes herbívoros gigantes reptavianos (lagartos voladores, para que nos entendamos) que resultaron geniales como montura. Por un lado, tiene el aspecto de un enorme lagarto con patas similares a las de una salamanquesa, y también de ave, con plumas de colores tropicales dispuestas en crestas en la cabeza y a lo largo de la espalda, y una cabeza alargada que termina en un pico similar al de un ave rapaz. Cabe destacar, que presentan dimorfismo sexual en cuanto al color, siendo hembras de colores más turquesas y los machos más anaranjados.
Ya hemos visto que la presencia de plumas en dinosaurios no es algo extraño, y en este caso, algunas similitudes con las aves y su aspecto reptiliano nos acercan a los varáctilos al grupo de los arcosaurios. 
Hasta aquí, no es tan descabellado pensar en un individuo así dada la historia evolutiva. Centrémonos ahora en esas patas tan curiosas, con dedos similares a las salamanquesas. Gracias a la biomecánica, ahora comprendemos que la capacidad adherente de sus dedos que las convierte en trepadoras se debe a una forma de atracción atómica: las fuerzas de van der Waals. En sus dedos presentan hasta medio millón de diminutas fibras en cada pata, denominadas setas, que a su vez contienen pelillos submicroscópicos llamados spatulae para crear una superficie de rugosidad microscópica. Esto les sirve para explotar la energía de superficie, y por efecto acumulativo se genera una presión equivalente a 10 atmósferas.  
¿Sería posible este sistema en un reptil tan grande como el varáctilo? ¿Qué pensáis?

 

Autor: Laura Ortiz Galán.
Adaptación de "3 criaturas de Star Wars que podrían ser reales", de Álvaro Bayón Medrano para Muy Interesante. Podéis leer la publicación original en el siguiente enlace: https://www.muyinteresante.es/naturaleza/20665.html


 



Comentarios

Entradas populares de este blog

8 de marzo de 2024: celebramos la fuerza, valentía y talento de las mujeres en todo el mundo

Descubriendo el Intersticio: El Órgano Invisible

El seno preauricular, el "hoyuelo" del que nunca has oído